No soy una fundamentalista

No, no lo soy y, es más, me molesta que me acusen de ello.  Yo apoyo a las madres, a todas, sea lo que sea lo que elijan para ellas y sus hijos.  Intento no juzgarlas, informar si me lo piden y acompañar si les hace falta.  Nada más (y nada menos)

En este momento de mi vida, con la información científica de que dispongo y las experiencias vividas, creo firmemente en un acompañamiento respetuoso del parto, en la fisiología del mismo y en la capacidad de la mujer para parir.  Esto no quiere decir que reniegue de las intervenciones cuando son necesarias, pero si quiere decir que hay una tendencia evidente a intervenir en exceso, que el nacimiento se convierte con demasiada frecuencia en un acontecimiento violento y que esto genera secuelas físicas y psicológicas, en la madre y en el bebé,  que pueden permanecer a largo plazo y/o ser graves.  También quiere decir que considero que es responsabilidad nuestra informarnos y decidir sobre el proceso de embarazo y de parto, que para algo es nuestro cuerpo y nuestro hijo.  Quiere decir que me parece un grave error que se practiquen cesáreas «a la carta», negando al bebé el derecho a nacer la mejor forma posible (mucha gente lo ignora, pero el bebé que nace por cesárea sufre un verdadero trauma.  Intentando compararlo con algo que hayamos podido vivir, una sensación parecida a ser despertado repentinamente de un sueño muy profundo y muy plácido)

Creo firmemente en la necesidad de promocionar la lactancia materna siempre que sea posible (y os aseguro que hay muy pero que muy pocos casos en los que no sea posible) como la primera y sin duda mejor opción para alimentar al recién nacido.  Creo que es importantísimo crear conciencia de que los niños no se crían igual con biberón, porque no es cierto.  La alimentación con leche artificial tiene muchos inconvenientes potencialmente peligrosos para el desarrollo del recién nacido.  Muchos más de los que creemos.  Que en situaciones de necesidad se regale leche de fórmula, como sugería no hace mucho el Ayuntamiento de Madrid, me parece un grave error.  ¡Promociona la lactancia, alimenta a la madre y estarán sanos los dos! Sería, seguramente, más barato, más sencillo y más cómodo a corto, medio y largo plazo.  Que ante una dificultad en la lactancia se «recete» un biberón me parece escoger el camino «fácil» y rápido para hacerle un flaco favor al bebé.  Que me expliquen a mi, que de verdad no lo entiendo, porque cuando nos encontramos un bebé que se alimenta con leche de fórmula que engorda poco no se le manda a ver a una nodriza.  La preparación del biberón, que nos venden como tan sencilla y estupenda, porque así otro se lo da y tu descansas, no lo es tanto.  ¿Sabíais, por ejemplo, que los polvos no son estériles?  Y tu venga a esterilizar biberones y tetinas…cuanto menos contradictorio, ¿no?

Insisto, esto no quiere decir que si una mujer decide dar biberón por cualquier motivo, que además a mi no me importa, que no es asunto mio, me parezca una mala madre.  No señor, nunca lo he dicho ni lo diré.  Pero que nos vendan la moto con que «no pasa nada» por ponerte la epidural (que yo me la he puesto, joder, y no soy un monstruo), que no pasa nada por criarlo con biberón (que mis dos mayores tomaron mixta seis meses y luego artificial y en ese momento lo hice lo mejor que pude), que mejor que nazca por cesárea que así no sufrís ninguno…pues no señor.  Si que pasa, siempre pasa.  Cualquier decisión que tomemos, aun partiendo de la base de que será la mejor en nuestras circunstancias personales y además será (o debería ser) la nuestra, tendrá consecuencias.  Siempre. Y lo que no es de recibo es engañar a la gente.  Y nos engañan, mucho.

Y si manifestar estas ideas, si ser una activista, si considerar la lactancia materna hasta los dos años, como mínimo, una cuestión de salud pública y su falta de promoción una irresponsabilidad por parte de nuestros gobernantes (ministerios de salud, por poner un ejemplo), si considerar que, en líneas generales, los nacimientos se atienden como un acontecimiento patológico cuando no lo son, si saberse casi de memoria las recomendaciones de la OMS y citarlas en cada conversación en que sale «el monotema», si ser crítica, si pensar por una misma, si darle importancia a estos asuntos, hacerlos míos es ser una fundamentalista, pues oiga, lo soy.  Una fundamentalista, una hippie, una frikie, una loca, exagerada, pesada…lo soy.  Y me alegro de ello.

2 comentarios en “No soy una fundamentalista

  1. No lo somos amiga. Nos pueden llamar muchas otras cosas. Somos generosas, inteligentes, obstinadas. No aguantamos la mentira, ni la prepotencia de los que usan bata blanca. Nos cuesta aceptar las cosas, porque «asi se ha hecho siempre». Somos nosotras nuestras mayores criticas.
    No me importa que piensen que soy una pesada, porque es cierto. Soy muy cansina con la defensa de los derechos de madres y bebes.
    No eres una fundamentalista, somos unas locas del monotema, y a mucha honra.

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