Ayer fue un día muy triste, extrañamente triste. Es curiosa la unión, el vínculo que puede crearse a través de la fibra optica, la ADSL, las redes sociales…a veces parece haber una cercania, una hermandad…Ayer fue uno de esos días, hoy sigue siéndolo.
Esta será, eso quiero creer, la entrada más triste que escribiré nunca en este blog. Una entrada que rinde homenaje a todos y cada uno de los pequeños bebes estrella y especialmente, por lo reciente, a la pequeña A, que se fue nada más nacer, sin sentir el cálido abrazo de su madre, sin mamar de sus pechos, sin el beso de su padre…dejando un vacio tan inmenso, tan triste…
No me considero una persona espiritual, no creo en Dios, no se a donde han ido todos esos hijos si es que han ido a alguna parte…Es más, aunque el sistema los haga inexistentes, aunque la sociedad los haga invisibles ellos siempre estarán presentes. Siempre estará presente mi diminuta sobrina A, que se fue a los nueve días de vida a causa de una infección, mi hermano M que nació antes de tiempo hace más de cuarenta años, en una época en la que los médicos no sabían como ayudar a sobrevivir un cuerpo tan pequeño, al pequeño J, que nació accidentalmente en Mallorca a las 25 semanas de gestación y cuya imagen guardaré siempre en mi memoria, a la que seria mi cuñada mayor, T, que falleció al mes de vida y nunca se supo porque, a los embarazos malogrados de mis hermanas o de mis amigas…al que iba a ser mi segundo ahijad@ y nunca podré nombrar…a la pequeña J, hija de mi amiga N, que murió a los cinco dias de vida a consecuencia de una infección por prematuridad…a todos y cada uno de esos hijos, los innombrables, los inexistentes, los hijos del silencio, que siempre estarán presentes.
No puedo imaginar el dolor que siente una madre al volver a casa con la tripa y los brazos vacios, el corazón hecho añicos…viviendo una maternidad para la que ninguna mujer estará preparada nunca…no tengo palabras…no existe consuelo…